Que felices son los bonitos días,
recordados siempre con alegría,
nunca con esa horrible sombría,
siempre como si sonaran melodías.
Esos ratitos sin de esas mentidas,
y estábamos cuando desvanecía,
el amanecer de tus ojos corría,
allí juntos comiendo sandías.
Tu y yo corriendo de las manos,
casi como dos bonitos hermanos,
nuestro amor estalla como petardos.
Somos enamorados ciudadanos,
nosotros pecamos, somos humanos
siempre locos de amor nos abrazamos.