Las greguerías son frases breves, metáforas que contienen un fondo humorisitico y poético, la gracia esta en establecer relaciones insólitas entre las imagenes que se asocian. Uno de los grandes creando greguerías fue Ramon Gómez de la Serna:
Ramón Gómez de la Serna (Madrid, 3 de julio de 1888 – Buenos Aires, 13 de enero de 1963) fue un escritor vanguardista español, generalmente adscrito a la Generación de 1914 o Novecentismo, e inventor del género literario conocido como greguería.
Hijo de un notable jurista, publicó su primer libro a los diecisiete años y terminó Derecho a los veintiuno, si bien no llegó a ejercer la profesión: el afán literario le absorbió. Empezó su carrera literaria en el periodismo, donde destacó por su carácter original, ejerciendo una rebelión imaginativa y nihilista contra una sociedad anquilosada, burguesa y sin expectativas. Procuró, en la revista Prometeo, que servía a los intereses políticos de su padre, renovar el panorama literario español bebiendo fundamentalmente de la literatura finisecular francesa e inglesa. Estuvo ligado sentimentalmente a la también escritora y periodista Carmen de Burgos, Colombine. Realizó con ella varios viajes por Europa, visitando París —ciudad a la que ya había viajado al acabar el bachillerato—, Londres, Nápoles, Lisboa... Funda —nada más empezar la primera Guerra Mundial— la tertulia de Pombo en un antiguo café y botillería de la calle de Carretas (un célebre cuadro de José Gutiérrez Solana la inmortalizó). Durante años, los sábados por la noche la Sagrada Cripta de Pombo recogió lo más significativo de la intelectualidad europea.
Escritor de personalidad muy acusada y de una vastísima obra, su creación más significada y reconocida es la greguería, que ejerció una enorme influencia en los creadores de su tiempo y, especialmente, en los poetas de la generación del 27. Él mismo aventuró una definición para entenderla: «humorismo + metáfora = greguería». Un ejemplo: «La Zeta es un siete que oye misa», pero también este otro: «Nuestros gusanos no serán mariposas». Fue importante su papel como vehículo de entrada en España de las vanguardias no sólo —ni fundamentalmente— literarias, a pesar de que ni su persona ni su obra pueden realmente calificarse de vanguardistas. Podemos seguir su obra periodística anterior a la Guerra Civil Española en La Tribuna, El Liberal, El Sol y La Voz. Su obra literaria se encuentra en casi todas las revistas del momento, desde las minoritarias y efímeras hasta Revista de Occidente, La Gaceta Literaria o Cruz y Raya. Los años veinte son los años del reconocimiento internacional de Ramón, vive en El Ventanal, el chalet que se construyó en Estoril con Carmen de Burgos, en Nápoles y vuelta a Madrid; en París, en Le Cirque d'Hiver da una conferencia subido a lomos de un elefante; en El Circo Americano de Madrid lee su conferencia rollo de papel sentado en un trapecio elevado sobre la pista.
Dueño de sus recursos literarios, se desborda en las conferencias, y cuando habla de los faroles un ciego se le acerca al término de la misma para decirle que gracias a él «ha podido verlos». En otras ocasiones no tiene tanto éxito, como durante el Concurso de Cante Jondo de Granada cuando, uno de sus oyentes, señalándole con una pistola, le comenta al espectador que tenía al lado: «¿Qué?... ¿Le mato ya?» Fue uno de los tres miembros extranjeros de la Academia Francesa del Humor junto Charles Chaplin y Pitigrilli. Valéry Larbaud introduce la greguería (échantillons) en Francia. Puede criticarse el exceso de su producción greguerística; pero como decía Jorge Guillén (Automoribundia, capítulo LI): «Cierto, a Ramón, en cuanto abre la boca, se le cae una greguería; prueba de que esto constituye, más que un género literario, la manera espontánea y elemental de sucederse la actividad normal e ininterrumpida de su humor».
Busto en bronce de Gómez de la Serna, por E. Pérez. Detalle del monumento al escritor en Madrid (1972).
Ramón nos ha dejado una dilatada obra: teatro, sobre todo en su primera época, un teatro íntimo, de desahogo personal; ensayo sobre sus temas más personales: El Rastro, Morbideces, Tapices, Senos, El Circo, Pombo; greguerías, miles de ellas repartidas en libros, revistas y diarios; relato corto: Caprichos, Disparates, Gollerías; novela corta, fundamentalmente en revistas y en colecciones populares: La Roja, La malicia de las acacias, El turco de los nardos, La hiperestésica; novela larga: El doctor inverosímil, La quinta de Palmyra, El chalet de las rosas, El torero Caracho, La mujer de ámbar, Gran Hotel, Cinelandia, La Nardo, El novelista, Las tres gracias, Piso bajo; biografía: Goya, Azorín, El Greco, Mi tía Carolina Coronado, Efigies, Retratos contemporáneos, Nuevos retratos contemporáneos, Solana, Quevedo, Lope viviente, Valle-Inclán; más teatro: Los medios seres, Escaleras; y lo que podríamos llamar literatura autobiográfica: El libro mudo, Automoribundia, Diario Póstumo, Cartas a las golondrinas, Cartas a mí mismo... Las ciudades: Madrid, visto o recordado, siempre presente en su obra. París, el punto de atracción del nuevo siglo. Nápoles, la luz del atardecer. Lisboa, como al final del tren de Europa, al final del todo: tranquilidad. Buenos Aires, los años con Luisa Sofovich.
El estallido de la Guerra Civil Española sorprende a Gómez de la Serna en Madrid. Figura entre los fundadores de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura. Pese a ello, en agosto decide marchar con Luisa Sofovich a Buenos Aires, con el pretexto de asistir al congreso internacional del PEN Club. Terminó decantándose por el bando «nacional», manifestando su apoyo a la sublevación mediante un documento junto con otros escritores, además de entregar una suma cuantiosa de dinero para financiar armas al servicio de los nacionales Su casa madrileña fue saqueada, desapareciendo todas sus pertenencias. La tertulia de Pombo de Solana es trasladado al Museo del Prado, que en 1939 lo devolvería al café.
Murió en 1963 en Buenos Aires, después de pasar varios años gravemente enfermo. El 23 de enero sus restos llegaron a Madrid, donde permanece enterrado en el Panteón de hombres ilustres de la Sacramental de San Justo, junto a la tumba de Mariano José de Larra. En Buenos Aires, una placa recuerda el lugar donde habitara, en la calle Hipólito Yrigoyen al 1900, en el barrio de Balvanera.
Su casa natal se conserva en la calle Guillermo Roland, una calle del Madrid viejo, próxima al Palacio Real, al Senado, al Teatro Real o a la Puerta del Sol.
Escritor de personalidad muy acusada y de una vastísima obra, su creación más significada y reconocida es la greguería, que ejerció una enorme influencia en los creadores de su tiempo y, especialmente, en los poetas de la generación del 27. Él mismo aventuró una definición para entenderla: «humorismo + metáfora = greguería». Un ejemplo: «La Zeta es un siete que oye misa», pero también este otro: «Nuestros gusanos no serán mariposas». Fue importante su papel como vehículo de entrada en España de las vanguardias no sólo —ni fundamentalmente— literarias, a pesar de que ni su persona ni su obra pueden realmente calificarse de vanguardistas. Podemos seguir su obra periodística anterior a la Guerra Civil Española en La Tribuna, El Liberal, El Sol y La Voz. Su obra literaria se encuentra en casi todas las revistas del momento, desde las minoritarias y efímeras hasta Revista de Occidente, La Gaceta Literaria o Cruz y Raya. Los años veinte son los años del reconocimiento internacional de Ramón, vive en El Ventanal, el chalet que se construyó en Estoril con Carmen de Burgos, en Nápoles y vuelta a Madrid; en París, en Le Cirque d'Hiver da una conferencia subido a lomos de un elefante; en El Circo Americano de Madrid lee su conferencia rollo de papel sentado en un trapecio elevado sobre la pista.
Dueño de sus recursos literarios, se desborda en las conferencias, y cuando habla de los faroles un ciego se le acerca al término de la misma para decirle que gracias a él «ha podido verlos». En otras ocasiones no tiene tanto éxito, como durante el Concurso de Cante Jondo de Granada cuando, uno de sus oyentes, señalándole con una pistola, le comenta al espectador que tenía al lado: «¿Qué?... ¿Le mato ya?» Fue uno de los tres miembros extranjeros de la Academia Francesa del Humor junto Charles Chaplin y Pitigrilli. Valéry Larbaud introduce la greguería (échantillons) en Francia. Puede criticarse el exceso de su producción greguerística; pero como decía Jorge Guillén (Automoribundia, capítulo LI): «Cierto, a Ramón, en cuanto abre la boca, se le cae una greguería; prueba de que esto constituye, más que un género literario, la manera espontánea y elemental de sucederse la actividad normal e ininterrumpida de su humor».
Busto en bronce de Gómez de la Serna, por E. Pérez. Detalle del monumento al escritor en Madrid (1972).
Ramón nos ha dejado una dilatada obra: teatro, sobre todo en su primera época, un teatro íntimo, de desahogo personal; ensayo sobre sus temas más personales: El Rastro, Morbideces, Tapices, Senos, El Circo, Pombo; greguerías, miles de ellas repartidas en libros, revistas y diarios; relato corto: Caprichos, Disparates, Gollerías; novela corta, fundamentalmente en revistas y en colecciones populares: La Roja, La malicia de las acacias, El turco de los nardos, La hiperestésica; novela larga: El doctor inverosímil, La quinta de Palmyra, El chalet de las rosas, El torero Caracho, La mujer de ámbar, Gran Hotel, Cinelandia, La Nardo, El novelista, Las tres gracias, Piso bajo; biografía: Goya, Azorín, El Greco, Mi tía Carolina Coronado, Efigies, Retratos contemporáneos, Nuevos retratos contemporáneos, Solana, Quevedo, Lope viviente, Valle-Inclán; más teatro: Los medios seres, Escaleras; y lo que podríamos llamar literatura autobiográfica: El libro mudo, Automoribundia, Diario Póstumo, Cartas a las golondrinas, Cartas a mí mismo... Las ciudades: Madrid, visto o recordado, siempre presente en su obra. París, el punto de atracción del nuevo siglo. Nápoles, la luz del atardecer. Lisboa, como al final del tren de Europa, al final del todo: tranquilidad. Buenos Aires, los años con Luisa Sofovich.
El estallido de la Guerra Civil Española sorprende a Gómez de la Serna en Madrid. Figura entre los fundadores de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura. Pese a ello, en agosto decide marchar con Luisa Sofovich a Buenos Aires, con el pretexto de asistir al congreso internacional del PEN Club. Terminó decantándose por el bando «nacional», manifestando su apoyo a la sublevación mediante un documento junto con otros escritores, además de entregar una suma cuantiosa de dinero para financiar armas al servicio de los nacionales Su casa madrileña fue saqueada, desapareciendo todas sus pertenencias. La tertulia de Pombo de Solana es trasladado al Museo del Prado, que en 1939 lo devolvería al café.
Murió en 1963 en Buenos Aires, después de pasar varios años gravemente enfermo. El 23 de enero sus restos llegaron a Madrid, donde permanece enterrado en el Panteón de hombres ilustres de la Sacramental de San Justo, junto a la tumba de Mariano José de Larra. En Buenos Aires, una placa recuerda el lugar donde habitara, en la calle Hipólito Yrigoyen al 1900, en el barrio de Balvanera.
Su casa natal se conserva en la calle Guillermo Roland, una calle del Madrid viejo, próxima al Palacio Real, al Senado, al Teatro Real o a la Puerta del Sol.
El efecto sorpresivo se obtiene a través de:
La asociación visual de dos imágenes: «La luna es el ojo de buey del barco de la noche».
La inversión de una relación lógica: «El polvo está lleno de viejos y olvidados estornudos».
La asociación libre de conceptos ligados: «El par de huevos que nos tomamos parece que son gemelos, y no son ni primos terceros».
La asociación libre de conceptos contrapuestos: «Lo más importante de la vida es no haber muerto».
Yo he creado una greguería:
- Las clases son el campo de batalla de la educción.
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